Quisiera
escribir y que mis palabras “digan
lo que quiero decirte para que tú las oigas como quiero que me oigas”. Cosa
harto difícil, por no decir imposible, ya que mi ingenio es limitado, escaso.
Mi
palabra es un reflejo nebuloso y daltoniano de la realidad nítidamente
perfilada, luminosa, llena de colores, matices, sonidos y sensaciones que mi
alma experimenta.
Mi
palabra surge de la materia humilde y por humilde, reducida, oprimida por su
origen e incapaz de levantar el vuelo hasta el espíritu, lastrada por la
ignorancia.
Conocido
el obstáculo que me impide expresarme con total libertad, intento hacer el
dibujo fotográfico de lo que quiero decir, sabiendo de antemano que el
resultado, lejos de salir como cuadro realista y hermoso, acabará siendo un
lienzo abstracto e indeterminado, posiblemente carente de belleza y por
lo mismo de valor literario.
Confío
que tú, amiga, amigo que lees lo que escribo, pongas con tu conocimiento y tu
imaginación el mérito y la belleza que a mi palabra le falte para que podamos
ver las cosas como realmente son y juntos podamos compartir su luz y su belleza
sin que la torpeza de mi verbo las empañen.
José F. Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario